305 - RESTRICCIÓN

Curso online shibari estilo Yagami Ryu: 305 - Restricción

Conceptos a tener en cuenta para la restricción segura

15 minutos Taijutsu (體術)

Restricción Anatómica

Si entendemos el shibari como una restricción anatómica reforzada con cuerdas en el contexto erótico, es necesario comprender primero a qué nos referimos cuándo hablamos de restricción.

Restricción es cualquier limitación al movimiento impuesto de modo externo; unos grilletes, una orden, o unas esposas son tan solo algunos ejemplos.

Se trata de una limitación, no de un impedimento total, ya que existe un margen de movimiento que se va a ir viendo reducido o aumentado conforme avanza la sesión.

En el shibari tendemos a pensar que la restricción está en la cuerda; sin embargo, la cuerda es la herramienta que utilizaremos para fijar las restricciones, no para crearlas, ya que estas deben partir siempre del cuerpo.

Para ello vamos a emplear técnicas biomecánicas basadas en movimientos circulares y creación de ángulos en distintas partes del cuerpo; por lo que conviene recordar el patrón de articulaciones móviles y estables a la hora de aplicar estas técnicas.

Cuadrado, Triángulo, Círculo

A la hora de definir una la posición óptima del cuerpo para cada una de las posturas y figuras. Esto quiere decir, situar al cuerpo en la posición anatómica más eficaz para afrontar la demanda que le estamos imponiendo.

Debemos entender este concepto como un gradiente, en el que cuánto más nos acerquemos a la posición óptima, más eficaz será la restricción y habrá menos riesgos de lesión.

Cada cuerpo es diferente y cada día nuestra condición física cambia; por lo que la posición óptima de cada persona será distinta, ya que depende de muchos factores individuales como la constitución anatómica, la masa muscular o la movilidad, entre otros.

Dentro del contexto erótico, estaríamos cometiendo un gran error si entendemos a la restricción como el fin del shibari.

Se trata de una parte, de un requisito mediante el cual desarrollaremos nuestra erótica. Por eso, es importante aplicar técnicas que sean sencillas y eficaces para que no se conviertan en el grueso de la sesión.

La restricción suele comenzar en las manos, ya que se trata de una limitación muy eficaz que afecta también a los brazos y la parte superior del cuerpo.

Así, empezaremos las explicaciones biomecánicas con una postura muy común en las figuras tipo gote o TK, en la que llevamos los brazos de la persona a su espalda.

Restricción en brazos

Queremos haceros una advertencia previa, las técnicas en las que se inspiran la mayoría de las figuras que utilizamos en el shibari se diseñaron en su origen con el fin de torturar y matar; es decir, no se tenía en consideración el bienestar ni la vida de la persona atada.

Por lo que es fundamental recordar la fuerza que tienen estas herramientas y tratarlas con cuidado y precaución, usando el sentido común.

Técnica de Agarre Kote Tori (小手取)

El agarre inicial se realiza en el antebrazo, ya que es la zona en la que obtendremos una mayor restricción.

Si probamos a hacerlo en el codo o en la muñeca, además de peligroso por el hecho de estar ejerciendo fuerzas sobre una articulación, comprobaremos que es menos eficaz, ya que permite un mayor movimiento del brazo a la persona atada.

Se trata de buscar el punto más distal al cuerpo que nos proporcione la mejor capacidad de gestión y, en este caso, ese punto es el antebrazo.

Lo primero que hacemos al agarrar el antebrazo es efectuar un pequeño tirón hacia abajo, esto va a provocar que se activen unos reflejos en el cuerpo de la persona atada para compensar ese movimiento y mantener la postura y la integridad del brazo.

Consiguiendo que los músculos se activen para, a continuación y utilizando ese reflejo, rotar ligeramente el hombro, desde nuestro punto de agarre.

Se trata de una rotación interna que lleva el cuerpo de la persona atada hacia delante, con la espalda extendida, favoreciendo que la escápula se sitúe de forma plana a las costillas y estabilizándola.

Además, su cuerpo, para evitar caerse contra el suelo, va a realizar una activación muscular tanto frontal como posterior, protegiendo así las lumbares y ayudándonos a que el movimiento hacia delante se realice desde la cadera (pelvis).

Estas acciones van a permitirnos colocar el brazo atrás en la posición anatómica más óptima para este tipo de restricciones, antes de empezar a hacer ángulos que limiten más el movimiento.

Cuántos más ángulos creamos en el cuerpo de la persona, mayor es su restricción y menos fuerza tendremos que emplear para mantenerla.

Este movimiento no debe suponer ningún estrés físico para la persona atada, si notamos algún músculo cargado o aparece dolor, no insistáis y parad. Lo más probable es que haya algún error en la ejecución y de continuar, estaríamos corriendo el riesgo de provocar lesiones.

Si os surgen dudas, podéis preguntarnos utilizando los medios que hemos puesto a vuestra disposición.

A la hora de practicar este movimiento, podéis situar una mano en la escápula de la persona atada para sentir cómo reacciona y comprobar si se encuentra en su posición óptima previamente a ejecutar el movimiento.

De esta forma, quién ata estará entrenando también el movimiento de su muñeca a la hora de realizar la rotación, lo que os va a ayudar a trabajar la memoria muscular de cara a la sesión.

Hay dos situaciones que debemos vigilar cuándo aplicamos esta restricción, las vamos a llamar "déjate hacer" y "no te muevas".

Debemos comprender qué está ocurriendo en el cuerpo, cuándo ocurren, así como los riesgos que entrañan, para poder gestionar las sesiones con conocimiento.

La primera de ellas, "déjate hacer", es aquella dónde la persona atada se deja manipular el cuerpo sin ningún tipo de propiocepción ni conexión con aquello que estamos haciendo. Facilita el movimiento de modo pasivo.

Quién ata no va a tener que emplear demasiada energía al ejecutar la restricción, pero esta no va a ser ni eficaz ni una restricción real en el cuerpo.

Esto se debe a que los músculos estarán blandos y desactivados, y la escápula se habrá levantado para favorecer el movimiento.

Entonces el hombro se encuentra en una posición inestable y con un mal reparto de fuerzas, lo que supone riesgo de lesiones en la persona atada.

La otra situación es cuándo la persona atada opone resistencia. Por lo general, se le ha transmitido que tiene que aguantar quieta en esa posición todas las manipulaciones que realizan sobre su cuerpo.

Quién ata, en este caso, fuerza el movimiento y tiene que utilizar mucha energía para ello; aunque no está ejerciendo ningún tipo de gestión ni restricción sobre el cuerpo de la otra persona, ya que es ella quién está sosteniendo y aguantando las posturas por propia voluntad.

A nivel biomecánico, si la persona atada opone resistencia, estará activando sus músculos estabilizadores y empleando su peso de forma activa en el sentido contrario al movimiento que se hace sobre su hombro, para corregir y no irse hacia delante.

Estaremos generando un torque peligroso, ya que dirigimos toda esa fuerza generada por la activación muscular y los movimientos en sentidos opuestos en la dirección de la articulación, a la vez que la escápula se encuentra de nuevo abierta.

Esto dificulta que se haga un reparto óptimo de las fuerzas, como explicamos al inicio, y aumenta el riesgo de lesiones, tanto en el hombro como en las estructuras adyacentes.

Por lo tanto, lo ideal es tener los conocimientos y habilidades que nos permitan hacerlo de forma segura, independientemente de si estamos en un tono suave o en uno fuerte.

Debemoos aprender a hablarle al cuerpo en su idioma y transmitirle aquello que queremos de él.

Es decir, si buscamos una intensidad mayor en la sesión, debemos tener las herramientas necesarias para aumentar esa intensidad, comprendiendo cómo funciona el cuerpo y trabajando con él, no contra él.

Lo mismo si queremos rebajar el tono, la clave está en aprender a movernos en este gradiente de una manera segura y satisfactoria.

Tensión

En shibari, la tensión es clave, ya que se trata de la energía que utilizamos para comunicarnos, como ocurre en el ejemplo del teléfono infantil construido con dos vasos de plástico y un hilo, dónde si no hay tensión, es imposible la comunicación.

Esta tensión es importante tanto en la cuerda como en el cuerpo, y la conseguimos activando la musculatura como os hemos explicado en la parte teórica. Aprovechándonos de sus reflejos ante las distintas actuaciones que hacemos sobre su cuerpo, como las que os demostramos en el vídeo. La activación la podemos verificar de forma sencilla tocando los músculos, si los notamos duros es que están activos, si están blandos estarán inactivos.