Aplicación práctica de la "Teoría del Triángulo" mediante la técnica Tetori Sankaku, profundizando en su comprensión más allá de la mera reproducción de patrones.
Técnica
Desglosamos la técnica de Tetori Sankaku.
Vamos a trabajar solamente sobre un brazo. Probad alternativamente con uno y otro, pero en esta fase del curso NO intentéis ejecutarla sobre los dos brazos a la vez.
Agarre
Esta técnica se trata detalladamente en las lecciones previas, por lo que aquí únicamente haremos unas valoraciones y añadidos para integrarla en la dinámica.
El primer paso es «agarrar» a la persona que recibe, entrar en su "espacio personal", sujetarla e iniciar la gestión.
Es un proceso clave, ya que se establece la comunicación entre ambas partes. No se trata de aplicar fuerza, pero sí firmeza. No es apretar.
El agarre debe efectuarse sobre el antebrazo, no sobre la muñeca. De forma envolvente, buscando establecer «comunicación» mediante los tendones y la fascia.
Por comunicación, aquí se hace referencia a que el cuerpo de la persona que recibe responde a este primer contacto.
Esta respuesta ha de ser observada por quien ejecuta, y a partir de esa reacción modular su gestión, no variando el ejercicio, sino ajustando velocidad e intensidad para adaptar la aplicación de la técnica a la respuesta de la persona atada.
Con este primer agarre, buscamos además la activación del tríceps.
Esta activación es la clave de la restricción anatómica. Para conseguirlo, nos aprovechamos de un reflejo que se produce al estimular la fascia del antebrazo (en la parte externa del mismo).
Por eso, es muy importante la zona del antebrazo sobre la que actuamos.
Rotación del Húmero
Este movimiento requiere que la cabeza del húmero rote en su posición. Si no lo hacemos con cuidado, debido a la fisiología de la propia articulación, es posible que se causen molestias, dolor o incluso lesiones.
Para una mejor visualización, podéis imaginar que el húmero, en su extremo, es como una pelota de golf, y el apoyo que tiene para la rotación es del tamaño del tee (el palito sobre el que se ponen las pelotas de golf).
La máxima estabilidad de esta articulación la obtendremos cuando el húmero reposa de forma "centrada" sobre su base. Un movimiento inapropiado puede provocar que su apoyo no sea óptimo y "raspe" tejidos adyacentes.
El movimiento del brazo sin la activación muscular apropiada puede tener consecuencias en la anatomía y funcionalidad del hombro.
El movimiento ha de ser suave y fluido, sin cambios de velocidad o dirección bruscos, sin ir adelante o atrás. Si necesitas corrección, mejor volver al punto de inicio, "soltar" relajando la zona y volver a empezar.
Paciencia
El feedback por parte de la persona atada es importante en este y en cada uno de los pasos.
Llevar los hombros hacia adelante (rotación interna): es algo que debemos evitar y, por lo tanto, estar muy atentos a ello.
Llevar el Brazo Atrás
Sin perder la activación del tríceps (fundamental), llevaremos el brazo hacia atrás, rotando suavemente el hombro. Sin flexionar el codo.
No es una lucha, no se aplica fuerza.
El movimiento ha de seguir la curva del cuerpo (tomando el glúteo opuesto como punto de destino, no es necesario llegar a él, solo es una dirección a seguir).
No flexionar el codo. Eso provocará la desactivación del tríceps, y perderéis la restricción.
Más adelante, con la técnica asimilada, se pueden ir incorporando elementos nuevos.
El límite o punto hasta el que llevar el brazo os lo marcará el rango dinámico activo de la persona atada. Mientras su tríceps esté activo, bien; si se desactiva, os habréis pasado.
Verificad que la restricción es eficiente, que la persona atada no puede mover libremente el brazo incluso haciendo fuerza, mientras que la persona que ata no tiene que aplicar apenas fuerza para controlarla.
Comprobad que hay activación muscular en la zona del pecho, el costado y la persona atada durante todo el proceso.
La clave está en gestionar la sensación de equilibrio de la persona atada, desplazando su punto de balance, para que cuando intente corregirlo, utilicéis su energía e impulso para manejarla.
Cosas en las que Fijarse
Escápulas
Debemos fijarnos en que las escápulas permanezcan planas al completar el movimiento. Deben actuar como “soporte” para la caja torácica.
Si están inclinadas (elevadas), no estarán recogiendo las fuerzas aplicadas al torso, con lo que se cargarán en los hombros, cervicales, etc., lo que incrementa la incomodidad y el riesgo de lesión.
Hombros
Los hombros deben estar rotados hacia atrás, abriendo el pecho y facilitando la activación muscular del conjunto del tronco.
Por lo tanto, debemos fijarnos en todo momento en que no se roten hacia adelante. Por desgracia, muchos de nuestros hábitos posturales cotidianos nos ponen en esa postura, con los hombros hacia adelante, por lo que el cuerpo asimila ese patrón como válido y lo intenta establecer siempre que puede o no sabe qué hacer.
Por eso, mantener la tensión uniforme desde el primer agarre es útil, ya que le estaremos diciendo claramente al cerebro que el hombro (y el resto del cuerpo) han de adoptar esa posición y no la “usual”.
Costillas
Del mismo modo, debemos fijarnos en las costillas inferiores y comprobar que no "apunten hacia afuera". Que no salgan por delante de la cadera.
En tal caso, no estaremos consiguiendo una buena activación de la zona abdominal, por lo que la persona atada deberá «tirar» de ellas hacia el centro y adentro.
En ocasiones, cuando se intenta llevar a su límite una postura de este tipo (y límite es mucho menos de lo que te imaginas), efectuamos compensaciones para llegar hasta donde nuestro rango no llega.
Por eso, al llevar los hombros y brazos hacia atrás, es frecuente ver cómo las costillas apuntan hacia afuera, al tiempo que las lumbares se curvan en un efecto visualmente más dramático.
¿Qué está sucediendo aquí?
Como la musculatura y las articulaciones no están dando el movimiento, el cerebro desactiva el core, perdiéndose tensión en el mismo.
Eso provoca que las costillas salgan hacia adelante y se curven las lumbares, que pasan a ser quienes cargan con toda la fuerza de la restricción en lugar de repartirse por el conjunto del tronco, especialmente dorsales, conjunto escápula-humeral y core.
Las lumbares no están hechas para soportar fuerzas.
En casos de distensión abdominal, o aquellos en que resulte muy difícil mantener la activación abdominal, facilitar información táctil, mediante la mano, "juntando" la fascia sobre las costillas inferiores, o aplicar una cinta sobre esa zona será de gran ayuda.
Tensión
Debemos controlar la tensión del cuerpo de la persona atada, y eso se consigue por medio de la tensión en el cuerpo de la persona que ata.
No se trata de enervarse o agarrotarse, sino de activar la musculatura.
Es importante que, una vez se establece contacto y se crea esa tensión, debe mantenerse durante toda la figura, ya que si la aumentamos bruscamente o la cortamos, la persona atada perderá toda la activación muscular y con ella su estabilidad articular, desapareciendo el efecto de la restricción.
Peor aún es si la variamos continuamente, como mantener una conversación por teléfono cuando la cobertura es mala y la señal se interrumpe. Imaginaoslo en vuestro propio cuerpo.
Rango Dinámico
El rango dinámico es la amplitud de movimiento de una articulación.
El rango activo es la amplitud de movimiento que puedo conseguir en una articulación, utilizando solamente los músculos de esa articulación y la fuerza de esos músculos.
El rango pasivo es la amplitud de movimiento que puedo conseguir en esa articulación, empleando otras fuerzas externas a ella. Siempre es mayor que el activo, y su punto máximo es aquel a partir del cual no podemos mover más la articulación.
Estos rangos no son fijos y, en una misma persona, varían de día a día, e incluso a lo largo de la sesión, a medida que los músculos se van activando y entrando en calor, el rango activo de la persona se va a incrementar.
En cuanto a los rangos dinámicos, debemos tener en cuenta que al llevar a una articulación a su rango pasivo, los músculos asociados a ella se desactivan.
Ya que el cerebro considera que no son necesarios o no sabe qué hacer con ellos en ese rango, por lo que resuelve desactivarlos para economizar energía.
Esto implica que la articulación se vuelve más inestable y el riesgo de dañar sus estructuras pasivas incrementa.
Recordemos que si le pedimos un movimiento al cuerpo, este va a hacer lo posible para dárnoslo y, en este caso, esto implica utilizar los tendones y ligamentos para sostener esa posición en vez de los músculos.
Debido a esto, es importante ir progresando poco a poco en las restricciones, dejando que el cuerpo se adapte y vaya comprendiendo cómo tiene que responder, a la vez que lo vamos ayudando mediante la activación muscular y el refuerzo con las cuerdas.
Tiempo de Reacción
El tiempo de reacción es la fracción de tiempo que transcurre entre que nuestro cerebro da una orden al cuerpo y este la ejecuta.
Educar al cuerpo, generar memoria muscular, que nos ayude a reducir el tiempo de reacción, es necesario para construir un shibari fluido y seguro.
Ese es el objetivo de la práctica en el shibari: primero indicarle al cerebro cómo es el movimiento y cómo hacerlo, demostrándole en el proceso que no solo es seguro, sino también más eficiente que otros patrones de movimiento que ya tiene aprendidos.
Una vez el cerebro lo asimile, y esto puede requerir de varias prácticas espaciadas entre sí varios días, es cuando empezamos a trabajar la memoria muscular, para mejorar esos tiempos de reacción acortándolos.
Pero mientras tanto, quien ata debe estar pendiente de la respuesta de la persona atada, contener su impaciencia y adaptar su ritmo y movimientos.
Paciencia y Adaptación
Ojo, a medida que practicáis, el rango dinámico aumentará. Adaptación.
La práctica de esta técnica, sobre todo las primeras veces, puede ser muy fatigosa para la persona atada y frustrante para la persona que ata.
Calma, paso a paso, no intentéis un número de repeticiones elevado.
Es importante comprender las claves biomecánicas de esta técnica, ya que es la única forma de aplicarla con seguridad y poder adaptarla a todo tipo de cuerpos.
Mano Abierta
Cuando ejecutes la técnica de agarre, ejerce la mínima fuerza posible con tu mano, no agarres con fuerza. No se trata de eso.
Si aprietas la mano, si sacas la fuerza de tu mano, no serás capaz de estabilizar tus articulaciones, no podrás aprovechar el balance de la otra persona, y la gestión será torpe.
Por contra, si la fuerza proviene de tu core, podrás manejarla con suavidad, control y fluidez.
NO FLEXIONES TU MUÑECA. Quien aplica la técnica debe cuidar de no flexionar su muñeca, básicamente porque cualquier ángulo supone un punto de fuga de las energías. A nivel biomecánico, sirven los mismos argumentos que para no aplicar la técnica en la muñeca.
Ejercicio: Identificar el Punto de Apoyo Óptimo en el Antebrazo
Probad ambos, pero de forma independiente, a realizar este ejercicio para identificar vuestro punto de fuerza óptimo en el antebrazo.
- Preparación: Coloca una mesa estable frente a ti. Asegúrate de tener suficiente espacio para mover el brazo cómodamente.
- Posición inicial: Apoya tu antebrazo contra el canto de la mesa. El "lado meñique" debe estar en contacto con la superficie. Vamos a ir probando con diferentes zonas, desde la muñeca hasta el codo. Solo debe haber un punto de contacto entre el antebrazo y la mesa de cada vez.
- Prueba de fuerza:
- Comienza aplicando presión hacia abajo con el antebrazo en la proximidad de la muñeca.
- Ve desplazando el punto de presión hacia el codo, moviendo tu brazo a lo largo de la mesa. No arrastres, aleja y vuelve a tomar contacto en el nuevo punto.
- En cada posición, nota la cantidad de fuerza que puedes aplicar y tus sensaciones.
- Identificación del punto óptimo:
- Presta atención a dónde sientes que puedes ejercer la mayor cantidad de fuerza con comodidad y control. Ese es tu punto óptimo para aplicar esta técnica de empuje.
Objetivo: Este ejercicio te ayuda a encontrar el punto de contacto en tu antebrazo donde puedes generar la máxima fuerza. Necesario para técnicas que requieren empuje y apoyo efectivo, maximizando la eficiencia y reduciendo el riesgo de lesiones.
Asegúrate de realizar este ejercicio con una postura correcta y relajada, evitando tensiones innecesarias en otras partes del cuerpo.
La respuesta del cuerpo de la persona que recibe la técnica variará si la ejercemos sobre una parte del antebrazo (por ejemplo, el punto identificado en el punto anterior), sobre otra, o si envolvemos con la mano todo el brazo.
Como vimos en las lecciones de anatomía, la musculatura funciona en pares: un músculo «estira» y otro se “encoge” para facilitar los movimientos.
De modo que si “envolvemos” todo su antebrazo con la mano, estaremos actuando sobre dos conjuntos de músculos con funciones opuestas, lo que enviará al cerebro señales contradictorias.
Demostración y Aplicación
En el video os mostramos tanto una forma adecuada de aplicar la técnica como varias erróneas.
No intentéis imitar. No tiene que moverse primero ese brazo; lo hago para facilitar la visualización en vídeo. Yo soy zurdo, por lo que me manejo mejor con la mano izquierda, y todo así...
Buscar los resultados (crear una restricción anatómica preservando la estabilidad articular) y explorar vuestros cuerpos.
Y en caso de dudas, dificultades, o problemas, por favor, consultarnos, tanto por Telegram como por correo elctrónico.