Lección 2: kihon (第二課基本)

Fundamentos del Yagami Ryu

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Exposición y Vulnerabilidad | Kyūsho-gaku (急所学)

Desde la industria porno se suele reducir la exposición en el shibari a la exposición impúdica de los genitales. Es su negocio. Pero en las vivencias eróticas reales, las cosas son diferentes.

Exposición

Es frecuente encontrar publicaciones en las que se habla de exposición para referirse a mostrar el cuerpo desnudo o, más concretamente, aquellas partes más sexualizadas desde la erótica mainstream, como son los genitales, los pechos y el trasero.

Si bien dentro de la industria pornográfica esto es así, ya que los contenidos bajo esta etiqueta se caracterizan por mostrar desnudos explícitos, cuando entendemos la exposición únicamente desde esa óptica, nos estamos perdiendo una parte importante de su significado.

En sekibaku, partimos de la intención, por lo que sería necesario preguntarnos ¿qué queremos conseguir al exponer esa parte del cuerpo?.

Si la respuesta es ver carne, hay formas más sencillas y no necesitamos complicarnos tanto la existencia con una sesión de shibari.

Es cierto que la exposición de distintas zonas del cuerpo va a provocar efectos en ambas personas, incluido quién está realizando la acción.

Dichos efectos están muy ligados a la cultura en la que nos hemos criado, por ejemplo, mostrar el cuello o las axilas no tiene el mismo significado para las personas asiáticas que para las occidentales, y es absurdo intentar conseguir sensación de exposición de esta forma si no forma parte de nuestra cultura.

Además, van a variar de persona a persona e, incluso, pueden ser distintos de sesión a sesión.

De nuevo, no hay una receta universal que siempre vaya a garantizarnos que obtendremos los resultados deseados, pero podemos probar, teniendo clara la intención, a ver qué ocurre.

No simplemente porque se supone que eso es lo que "hay que hacer", sino para conseguir algo, y ese algo puede ser descubrir qué efecto tiene en la persona.

La otra parte del significado de exposición tiene que ver con ir abriendo las capas que hemos visto a lo largo del curso.

Se trata de mostrarnos como somos, con nuestros deseos, miedos, necesidades, incluso aquellos de los que no teníamos constancia antes de la sesión.

Es decir, estamos hablando de mostrarnos vulnerables delante de otra persona.

Vulnerabilidad

La vulnerabilidad la podríamos definir como el conjunto de atributos y características que, cuando los expongo a otras personas, se incrementa el riesgo de sufrimiento o de fortalecimiento del vínculo, dependiendo de la reacción de dichas personas.

Es decir, es algo que me pertenece a mí, a mi intimidad, pero su significado lo obtenemos con relación a otros.

Por ejemplo, yo puedo mostrarme vulnerable al decirle a una persona que me gusta, estoy exponiendo mis sentimientos y, dependiendo de si son mutuos o no, el resultado puede ser un mayor sufrimiento si me rechaza, o fortalecer el vínculo si siente lo mismo que yo.

Mis sentimientos son míos, pero solo hablamos de vulnerabilidad cuando los expongo a otras personas.

En el caso concreto del shibari, teniendo en cuenta la naturaleza de la exposición que llevamos a cabo, es esencial hacernos unas preguntas para valorar cuán seguro es para mí exponer mis vulnerabilidades en esta determinada situación:

  • ¿Conozco mis vulnerabilidades?
  • ¿Qué tipo de confianza tengo en la persona con la que voy a interactuar?
  • ¿Cómo me sentiría si esta persona supiera X de mí?
  • ¿Sería capaz de afrontar que eso ocurriera una vez baja el subidón de la sesión?
  • ¿De qué herramientas dispongo para gestionar una exposición de este tipo?

Exponer vulnerabilidades genera, al igual que exponer partes del cuerpo, efectos en ambas personas.

Desde aumento de la activación, quizá vergüenza, excitación, nerviosismo, inseguridad, alivio, o conexión con la otra persona, por poner algunos ejemplos.

Por lo tanto, es algo que puede enriquecer enormemente la interacción, siempre que se haga con una intención clara de no dañar, aunque al igual que en el plano físico, los accidentes ocurren, desde el respeto por la otra persona y acogiendo y cuidando esa parte que han compartido con nosotros.

Preguntarme ¿para qué hago esto? o ¿qué quiero conseguir al exponer sus vulnerabilidades? Son reflexiones que nos pueden ayudar a la hora de afrontar este tipo de cuestiones.

Se escapa del foco de este curso el aportar estrategias concretas de gestión de la exposición de vulnerabilidades, ya que estas han de ser específicas para cada persona.

No obstante, el primer paso siempre es ser conscientes de que existen y aprender a reconocer cuáles son nuestras vulnerabilidades.

Si necesitáis ayuda para trabajar estas cuestiones, el mejor consejo que os podemos dar, es que consultéis con un profesional para abordar de forma individualizada las dificultades que encontráis.