Por su origen japonés, lo primero que debemos conocer es cual es el contexto histórico, social y cultural en el que nace el shibari.
En el artículo ¿Qué es Shibari? Desarrollamos la definición de lo que entenderemos como shibari, por lo que para no repetirnos, os remitimos a dicho texto.
Mentalidad isleña
Partamos del hecho de que Japón es una isla, con lo que esto implica en cuanto a accesibilidad a recursos y mentalidad "ahorrativa.". Además, es una isla que históricamente está densamente poblada y cuenta con escasez de ciertos recursos naturales.
Este hecho, sin duda, moldea el carácter japonés, y al igual que todos los isleños, tienden a ser ahorradores, parcos en el uso de recursos, y en el caso nipón, especialmente obsesionados con la eficiencia. Es decir, obtener el máximo resultado posible con el mínimo de esfuerzo empleado.
Recursos naturales
Japón no solamente es una isla, sino que muestra escasez en ciertos recursos naturales, y a cambio, abundancia de otros.
Y aun contando con ciertos yacimientos de minerales metálicos, como el hierro, la orografía del país complican su extracción, por lo que este metal tan importante para el desarrollo siempre fue un bien escaso en la isla.
En cambio, la gran variedad de bioclimas que se dan en el archipiélago, facilita el cultivo de especies vegetales muy interesantes, como pueden ser el bambú o el arroz.
Sociedad estratificada
Japón es un territorio muy homogéneo en cuanto al origen étnico de su población, con aproximadamente el 95% de la población perteneciente a la etnia Yamato, correspondiendo el resto a poblaciones marginadas en las islas del norte y del sur respectivamente.
No obstante, históricamente, es un país con una marcada división social por clases. Incluso hoy en día esta división clasista sigue presente en la sociedad moderna.
Para los occidentales puede ser complicado entender hasta qué punto llega esta división social. Asociamos las clases con "clase trabajadora" o "clase media", e incluso si recurrimos a nuestra historia medieval con los “siervos” y los “nobles”.
Pero en Japón, esta división era mucho más marcada. Un campesino del Siglo XVI era una propiedad de su señor, pero una propiedad relativamente poco valiosa, permutable y hasta ciento punto, prescindible.
Un pueblo belicoso
Sea por la falta de recursos, por la superlación, o más bien por su nacionalismo político y los complejos y traumas asociados a este, históricamente Japón es un pueblo belicoso.
Cuando no estaba en guerra con sus vecinos se enfrascaban en guerras internas entre clanes o territorios.
Ojo, no conviene romantizar estos hechos históricos y pensar en ellos como gestas o bellos momentos, como suelen mostrar las series de televisión.
Religiones balsámicas
En cualquier cultura y momento histórico el influjo de las religiones en la sociedad es innegable, y con Japón no puede ser de otra forma.
Su religión autóctona, el sintoísmo, o Shinto, es una religión que se basa en el respeto a la naturaleza y el culto a los antepasados.
Politeísta hasta el punto de que cada manifestación de la naturaleza es susceptible de ser convertida en una deidad.
Otra de sus características es su ritualismo. Es un culto lleno de simbología, con rituales excesivamente teatralizados y liturgias realmente recargadas.
En varios momentos históricos, el sintoísmo actuó como religión de estado frente a los cultos de origen extranjero.
El budismo, presente en Japón desde el Siglo V, modeló y a su vez se adaptó a la cultura e historia japonesa, y sobre todo contribuyo a desarrollar su espiritualidad más allá del Shinto.
Y aunque el Taoismo no sea una línea predominante entre los cultos japoneses, sí que tiene un gran efecto, especialmente en campos como la medicina, la estética y el arte, y el pensamiento filosófico.
El cristianismo, y especialmente el catolicismo, estuvo perseguido en Japón hasta bien entrado el Siglo XIX, por lo que su influencia es mínima en tiempos históricos.
Desde la forzada apertura del país a los extranjeros, es el protestantismo la corriente más extendida por el archipiélago, sin dejar de ser en todo caso un culto muy minoritario.
Disfunción eréctil
Es un hecho. Históricamente, la población masculina japonesa sufre de disfunción eréctil en un porcentaje abrumador. Entre el doble y el triple que en el resto del mundo.
Algunos estudios científicos recientes achacan este fenómeno a una condición biológica asociada a su complexión física y más específicamente a su cilindro respiratorio.