Lección 1: Baku-go (第一課 縛語)

Conceptos Base del Yagami Ryu

Curso de Shibari Online | Shibari Dojo
Conociendo el Cuerpo - Shibari Dojo - Formación Online

Para practicar shibari con seguridad, necesitamos conocer y comprender el cuerpo y su funcionamiento. Lo que nos permitirá ser conscientes de los riesgos que entraña y qué podemos hacer para prevenirlos

Es importante que entendamos el cuerpo como un todo, dónde cualquier acción sobre una de sus partes va a tener su respuesta y reacción en todo su conjunto. No hay partes aisladas.

Cada cuerpo es único y tiene su propia condición física, que cambia de un momento a otro.

El objetivo de esta clase no es profundizar en el conocimiento anatómico del cuerpo, sino hacer una aproximación a su funcionamiento desde el punto de vista biomecánico para entender cómo integrar las técnicas de shibari de forma orgánica y adaptativa en las particularidades de cada cuerpo en cada instante.

Para ello, primero simplificaremos la anatomía reduciéndola a las zonas que vamos a emplear para el manejo del cuerpo. No es una división académica, sino funcional.

Piel

Lo primero que nos encontramos es la piel. Pero aquí nos referimos tanto a la piel en sí misma, como a todos los receptores nerviosos que la pueblan y, muy especialmente, a la fascia.

La piel es el órgano más grande que tenemos. Es la encargada de recubrir todo nuestro cuerpo, de protegerlo y de permitirnos interactuar con nuestro entorno mediante el sentido del tacto.

La piel está llena de receptores sensoriales que nos van a ayudar a comunicarnos, por lo que la utilizaremos su capacidad de sentir como medio para provocar la estimulación que buscamos. Toda acción que realicemos sobre el cuerpo, llega siempre en primer lugar a través de la piel.

Esto, además, implica que toda la piel es potencialmente erógena, no solamente la que se encuentra en la zona genital o los pechos. Ya que, como veremos a continuación, la interpretación de esa estimulación se ejecuta en el cerebro.

La fascia por su parte, es un tejido conectivo que se extiende por todo el cuerpo envolviendo, conectando y aislando los sistemas musculares, circulatorio y articular de las vísceras.

De esta manera, se nos abre un abanico enorme de posibilidades a la hora de experimentar con las sensaciones durante la sesión de shibari.

Sistema Nervioso

El sistema nervioso está formado por el cerebro, la médula espinal, los nervios y los ganglios nerviosos. Sus funciones son muy diversas, sin embargo, y en lo que nos atañe aquí, podemos decir que se encarga de recoger, enviar e interpretar la información, así como de crear una respuesta y enviarla a dónde sea necesario.

Por lo tanto, la respuesta a todo aquello que hagamos sobre la otra persona se origina en su cerebro, y no en la voluntad de quién actúa; no tenemos la capacidad de forzar a nadie a sentir lo que queremos.

Es decir, si yo toco a una persona, tanto el que pueda sentirlo como lo que siente en sí, depende más de su cerebro que de lo que yo haga.

El sistema nervioso va a ser un gran aliado, pero también puede ser un gran peligro si actuamos sobre él con desconocimiento. La función principal de nuestro cerebro es mantenernos con vida durante el mayor tiempo posible y en las mejores condiciones. Para esto, entre otras cosas, toma decisiones en fracciones ínfimas de tiempo y, si valora algo como no seguro, puede "decidir" acabar con esta situación y enviar mensajes al resto del cuerpo que considere van a ponerle fin.

Estas reacciones pueden ser desde sensaciones de dolor que no encajan del todo con lo que está ocurriendo en la sesión, malestar, mareos e incluso orgasmos que, en este caso, no serían de placer, sino de miedo. Sobre esto, hay toda una serie de conceptos de neurociencias que se pueden aplicar al shibari, pero que requerirían de más que una clase de dos horas.

Por lo general, en talleres o clases, cuándo se menciona el sistema nervioso suele ser en forma de precauciones con las lesiones en los nervios, sobre todo del nervio radial. No obstante, para poder comprender los riesgos de estas lesiones, necesitamos antes entender cómo funcionan los nervios.

Existen distintos tipos de nervios según sea su función (sensorial, motora o mixta) o el lugar donde se originan (el cerebro o la médula espinal). Para simplificarlo un poco, podemos decir que los nervios sensoriales son aquellos que recogen la información del medio, tanto interno como externo; mientras que los motores son los encargados de activar o desactivar los músculos de nuestro cuerpo.

A grosso modo, los nervios son unos mensajeros que funcionan de manera similar a un cable eléctrico, transmitiendo información en forma de impulso eléctrico al cerebro, dónde se transforma en una comunicación química mediada por los neurotransmisores, se procesa y se origina una respuesta, que es llevada de nuevo por los nervios en forma de impulso eléctrico al resto del cuerpo para realizar una acción.

Las lesiones en los nervios se producen por daño acumulativo; esto es, por acciones debidas a nuestro estilo de vida, como puede ser el trabajo en el ordenador o una mala higiene postural, van a generar un porcentaje de daño X.

Si después lo sumamos al que puedan sufrir dentro de varias sesiones de shibari, un día quizá no seamos capaces de cerrar la mano o mover los dedos, por poner como ejemplo los nervios que recorren los brazos, sin que hayamos hecho nada de riesgo ese día.

El daño en los nervios se produce principalmente por presión, y en la mayoría de los talleres se advierte de los riesgos de ejercer presión con las cuerdas en una porción concreta del nervio radial que está más expuesta y, por lo tanto, pudiera parecer más vulnerable.

Pero esa afirmación se basa en una casualidad aplicable a unos casos puntales, y no una causalidad que pueda ayudarnos a prevenir.

El daño puede ocurrir a lo largo de todo el recorrido de cualquiera de los nervios de nuestro cuerpo; por lo que al centrarnos únicamente en una zona, corremos el riesgo de dejar desprotegidas las demás.

Estas lesiones por presión no siempre se producen únicamente por apretar las cuerdas sobre esa parte, sino que en muchos casos, un músculo puede presionar un nervio y dañarlo.

A modo de ejemplo: Al realizar una figura en la que, debido a una mala colocación de los hombros, se fuerza al cuello a adoptar una mala postura, con mucha tensión, o en pliegue tendremos daños en los nervios aunque las cuerdas estén perfectamente situadas fuera de la zona vulnerable del brazo.

Otra posibilidad es mantener a la persona con una atadura donde el peso está cargando en una parte del cuerpo durante mucho tiempo, ya que aunque las cuerdas no toquen al nervio, los demás tejidos estarán haciendo presión sobre él.

Por lo tanto, ante cualquier daño nervioso, es importante revisar el recorrido completo del nervio desde su origen hasta su terminación para comprobar dónde se ha podido ejercer la presión.

Vísceras

Cuándo hablamos de vísceras, nos referimos a los intestinos, pulmones, hígado, estómago, riñones,... ; es decir, a los órganos encargados de llevar a cabo las funciones necesarias para estar vivos y que, digamos, funcionan por su cuenta sin que tengamos que hacer nada.

Las vísceras envían información al sistema nervioso, por lo que las actuaciones que hagamos sobre ellas, van a provocar una respuesta en la persona.

Dentro de una sesión de shibari, podemos actuar sobre las vísceras de dos maneras, una es la externa, mediante la presión que ejercemos, ya sea con las cuerdas o utilizando nuestro cuerpo, o cuándo realizamos compresiones o estiramientos en el cuerpo de la otra persona. La otra forma es la interna, mediante la gestión de la respiración, el flujo sanguíneo, o usando estímulos sensoriales.

Aunque están muy protegidas, ya que son los órganos vitales, el riesgo siempre existe y lo más probable es que ocurra por una caída o impacto. Sin embargo, y debido a la gran importancia que tienen en el cuerpo, es muy probable que antes de que ocurra un daño real, aparezca dolor en otra parte, siendo la más frecuente la espalda.

Sistema Linfático

El sistema linfático es el encargado de eliminar las toxinas y demás productos de deshecho de nuestro cuerpo, por lo tanto, forma parte de nuestro sistema inmunológico.

En cuanto a su manejo, es bastante similar al de las vísceras, por lo que no nos vamos a detener demasiado en esto.

Al sistema linfático es importante tenerlo en cuenta y diferenciarlo de otros sistemas del cuerpo (nervioso, vascular, ...) tanto al tacto como en sus reacciones, ya que no vamos a poder evitar interferir con él.

En ciertas figuras se produce una estimulación linfática por la forma en la que han sido diseñadas y, al desatar, puede ocurrir que haya un considerable flujo de toxinas que empieza a movilizarse por el cuerpo para ser eliminadas. Cuándo esto ocurre, se pueden notar sensaciones parecidas a una mala resaca, como dolor de cabeza, malestar general, revoltura del cuerpo.

Aprender a diferenciarlas nos puede ayudar a comprender qué nos está pasando y no generar asociaciones displacenteras asociadas con la sesión ni con la persona con la que hemos atado.

Este malestar puede sentirse tanto después de desatar como incluso al día siguiente, una vez hemos dormido y descansado. Si bien es algo que puede resultar desagradable, no tiene por qué significar que nos ocurre algo malo; lo más probable es que nuestro cuerpo tuviera una elevada concentración de toxinas y le hemos dado una ayuda al sistema linfático para deshacerse de ellas.

Algo que debemos tener en cuenta es otra consecuencia de estimular el sistema linfático: la diuresis.

Sistema Vascular

El sistema vascular está formado por el corazón y todo el entramado que conforman los vasos sanguíneos; y su función es nutrir las células de nuestro cuerpo.

No se interfiere nunca en el sistema vascular, no se interfiere con el flujo sanguíneo, es un riesgo demasiado elevado para la vida. Si ocurre una lesión, aunque es muy difícil llegar a provocarla, es que todo está mal.

Lo que si hacemos es aprovecharnos de sus respuestas automáticas a nivel superficial, sobre todo gestionando la sensibilidad en determinadas zonas del cuerpo.

Cuándo realizamos ataduras en grupos musculares grandes, esa presión va a retener la sangre a nivel superficial en esa parte del cuerpo, haciendo que llegue a través de los capilares un flujo ligeramente mayor que el habitual a esas zonas. Con esta mayor irrigación, el sistema nervioso responde con una mayor receptividad en dicha parte del cuerpo, lo que se traduce en una sensación de hipersensibilización localizada.

De esta forma, se amplifica la forma en la que sentimos en esa zona, haciendo que estímulos que previamente pudieran tener una intensidad leve, se perciban de forma aumentada, pero también que otros un poco más fuertes puedan resultar molestos o incluso dolorosos.

Un riesgo que existe cuando hacemos este tipo de ataduras, dónde grupos musculares se ven comprimidos durante cierto tiempo, incluso en personas sanas, es el riesgo de trombo al desatar rápidamente.

Cuando eliminamos la presión de las cuerdas, la sangre vuelve a fluir a través de los vasos sanguíneos. Si lo realizamos de modo apresurado, la velocidad y el flujo que pasa a través de los distintos vasos va a ser mayor.

Por lo que si hay cualquier impureza adherida a ellos, puede arrancarla y llevarla al torrente sanguíneo, dónde puede acabar por bloquear alguna zona e impedir el paso de la sangre.

Provocando lo que se conoce como trombosis cuando el bloqueo lo causa un coágulo de sangre, o ictus cuándo este ocurre en el cerebro.

Por lo tanto, debemos recordar que este tipo de ataduras siempre conviene desatarlas de forma progresiva y despacio, para permitir que el flujo sanguíneo vaya poco a poco restableciéndose; y no mantenerlas durante demasiado tiempo.

Sistema Músculo-esquelético

Está compuesto por los huesos y músculos y articulaciones de nuestro cuerpo.

Aquí nos vamos a centrar en las articulaciones, dejando los músculos para un poco más adelante, y olvidándonos de los huesos, ya que nuevamente, si se lesionan huesos, todo mal.

Es extremadamente difícil y requiere de mucha fuerza el romper un hueso de una persona sana, por lo que antes de llegar a ello, habremos cometido muchos errores e irresponsabilidades que habrán desembocado en dicha lesión.

Recojo aquí una conversación mantenida con Yagami Ren hace unos años:

YR: ¿Sabes cuanta fuerza hace falta para romper un hueso?
SR: No
YR: Entonces, siempre correrás el riesgo de romperle a alguien un hueso. Una vez rompas un hueso sabrás cuanta fuerza hace falta y podrás modularte.

Articulaciones

Resumidamente, las articulaciones son conjuntos de huesos, cartílagos, ligamentos y tendones (entre otras cosas) que nos dan movilidad.

Existen muchas formas de catalogar las articulaciones, pero para lo que nos atañe, podemos decir que hay dos tipos, articulaciones móviles y articulaciones estables, que se alternan siguiendo un patrón móvil-estable a lo largo del cuerpo.

Cómo breve resumen:

  • Articulaciones móviles: dedos de los pies, tobillo, cadera (entendiéndola como la inserción del fémur en la pelvis), fracción torácica de la columna vertebral, hombros, muñeca y dedos de las manos
  • Articulaciones estables: puente de los pies, rodillas, seciones lumbar y cervical de la columna vertebral, conjunto escápulo-humeral, codos y manos

Tenemos que entender que ambos tipos de articulaciones responden de modo distinto, y que además en el shibari se utilizan con distintos propósitos.

Una articulación móvil nos permitirá progresar en la restricción mediante movimientos circulares, mientras que, a una estable, necesitamos darle esa estabilidad en la construcción de la figura e impedir que se mueva.

Si no comprendemos esta diferencia y las tratamos de forma opuesta, hay un riesgo elevado de lesión y daño en las estructuras de la articulación.

Advertencia especial para las personas con hiperlaxia

La hiperlaxia es una condición por la cual las fibras de colágeno de estas personas son distintas a las del resto de personas. Haciendo, entre otras cosas, que tengan una amplitud de movimientos mucho más grande.

En un principio pudiera parecer que esta condición es algo muy interesante, ya que pueden adoptar posturas mucho más dramáticas, doblarse mucho más que otras personas llevando sus extremidades a posiciones extremas.

Sin embargo, necesitamos entender lo qué está ocurriendo en el cuerpo de esa persona cuándo realizamos estas acciones.

Sus articulaciones son mucho más inestables que las de la población general, de modo que, para llevar a cabo esos movimientos tan amplios que les pedimos, acaban por utilizar las partes pasivas que las conforman, como los tendones o ligamentos, en vez de frenar y oponer resistencia antes de comprometerlas como haría otra persona.

Estas compensaciones no se ejecutan de forma consciente, la persona no piensa "voy a usar mis ligamentos", sino que son respuestas automáticas del cuerpo ante la demanda que le imponemos.

Por lo tanto, si vamos a atar con alguien que tiene hiperlaxia, debemos ser muy conscientes de lo que implica, trabajar mucho en la estabilización de las articulaciones, y vigilar los rangos y compensaciones que se puedan producir.


Os dejamos dos enlaces de interés, el primero un artículo publicado en esta misma web, en el que analizamos un "paper" médico sobre las lesiones nerviosas.

El segundo, es un estudio sobre la "visión del cuerpo" en la tradición taoísta oriental, realizado por un profesor de la Universidad Politécnica de Madrid.