El shibari del Yagami Ryu es un estilo activo, en el que ambas partes participan y están presentes durante toda la sesión.
Al igual que hicimos con el deseo, vamos a aclarar el significado y sentido que le damos a los términos empleados en esta formación.
Flexibilidad es la capacidad de una articulación para moverse a través de su rango completo.
Movilidad es la capacidad que tenemos de controlar de forma activa ese movimiento articular. Generalmente mediante el uso de la musculatura adyacente.
La movilidad puede mejorarse con ejercicios específicos.
Elasticidad por su parte, es la capacidad de los tejidos, especialmente músculos, tendones y ligamentos, para estirarse y luego regresar a su forma original. Esto asegura que los tejidos puedan soportar fuerzas y tensiones sin sufrir daño.
La elasticidad es una propiedad natural de los tejidos y no se mejora fácilmente, aunque un buen acondicionamiento puede ayudar a mantenerla.
En la práctica lo que nos interesa es estabilizar las articulaciones implicadas en la estructura que estemos construyendo para así, proceder a un reparto óptimo de fuerzas.
Para ello debemos fijarnos y en la movilidad de la persona atada, adaptando las formas y estructuras a su capacidad.
Esto siempre nos va a dar unas formas menos “vistosas” o extremas que si nos dejamos llevar por su flexibilidad, pero mucho más seguras y eficientes.
Por lo tanto, aprovechar toda la flexibilidad de una persona para construir una restricción, no solamente es ineficaz, es peligroso.
Activación Muscular
La activación puede ser consciente, como por ejemplo cuando levantamos la mano para saludar a otra persona, o automatizada, como cuando parpadeamos. En ambos casos, requerimos de activación muscular para llevar a cabo el movimiento.
Para la práctica del sekibaku, requeriremos que ambos partícipes mantengan un alto grado de activación muscular. Es un estilo que busca la satisfacción del deseo erótico, por lo tanto, todo lo que hacemos está encaminado a este fin.
En particular, la activación muscular facilitará la recepción y transmisión de estímulos, y por ende, la estimulación erótica.
La activación muscular es clave también para construir la restricción a nivel anatómico, permitiéndonos restricciones más seguras y eficientes.
Los músculos son los encargados de ejecutar el movimiento del cuerpo mediante su contracción y estiramiento, hay distintos tipos, pero el formato de esta clase no nos permite entrar en tanto detalle, aunque sí explicaremos algunos de ellos.
A nivel biomecánico, es importante saber que nuestro cuerpo está diseñado para moverse siguiendo unos patrones que considera como los más eficientes y seguros. Hemos evolucionado gracias al movimiento, de tal forma que nuestros músculos se han ido especializando para llevar a cabo ciertos movimientos y acciones.
Sin embargo, nuestro estilo de vida suele distar bastante de este patrón óptimo de movimiento y es frecuente que tengamos vicios posturales; lo que hace que en muchas ocasiones, cuándo le pedimos al cuerpo un movimiento, nuestro cerebro resuelva en utilizar los patrones viciados que le resultan familiares en vez de los óptimos.
Por ejemplo, si cuándo nos agachamos a recoger algo del suelo, o a atarnos los zapatos, solemos flexionar la espalda, lo más probable es que, si tenemos que agacharnos para levantar un peso sin pensar, como puede ocurrir a la hora de realizar una suspensión, lo hagamos con dicha flexión.
De modo que quién soporta ese peso será la región lumbar de nuestra columna en lugar de los glúteos, que son los que han sido diseñados para esa tarea.
Esto es lo que denominamos como compensaciones, y las podemos definir como en una función motriz, emplear un músculo o estructura que no está diseñado para tal función en lugar del que sí lo está. Las compensaciones son algo muy peligroso que hay que vigilar y corregir, tanto en la persona que ata como en la que es atada.
A la hora de construir las distintas figuras, es importante comprender cómo funcionan a nivel biomecánico para asegurarnos de que sean los músculos y estructuras correctos quienes están haciendo el soporte de los pesos y fuerzas, así como que el reparto de los mismos es el más óptimo posible.
Aunque esta clase no vamos a hablar de los ligamentos, tenemos que tener en cuenta una cuestión, las compensaciones suelen castigarlos mucho y son unas estructuras que no se recuperan fácilmente.
Con esto no os queremos decir que no os mováis en todos los rangos posibles. Al contrario, experimentar distintos patrones de movimiento es algo beneficioso.
Sin embargo, cuándo hablamos de adoptar una posición en la que se van a soportar pesos y aplicar distintas fuerzas, cuánto más nos aproximemos a posturas y patrones óptimos, mejor será el reparto de pesos y fuerzas que realiza nuestro cuerpo, disminuyendo el riesgo de lesiones.
En relación con la musculatura, necesitamos entender cuándo un músculo está activo y cuándo está inactivo, además de que nuestro cuerpo está diseñado para soportar pesos con la musculatura activa y sobre las articulaciones estables.
En nuestro día a día, son los músculos estabilizadores del cuerpo los que se encargan de proteger y dar estabilidad a las articulaciones; y esto es algo que debemos recordar en la práctica a la hora de construir las figuras, ya sea activándolos directamente durante la sesión y/o reforzándolos con las cuerdas.
En shibari la tensión es clave, tensión en la cuerda y tensión en el cuerpo. Una cuerda sin tensión no transmite, pero tampoco transmite un músculo sin tensión, es decir, inactivo.
En términos generales, un músculo cuándo está activo, está duro, mientras que uno inactivo está blando.
Suele resultar más sencillo verlo en la contracción muscular, no obstante esta activación es importante que se dé también en la extensión. Esto se debe a que, en términos generales, un movimiento se realiza mediante la acción conjunta de los músculos agonistas y antagonistas de dicho movimiento.
Si bien se trata de una cuestión compleja, podemos resumirla de tal forma que los músculos agonistas son aquellos que cuándo se enervan, se contraen para ejecutar un movimiento; por ejemplo, al levantar la pierna para caminar, los cuádriceps actuarían como agonistas efectuando una contracción que eleva el fémur.
Mientras que los antagonistas, cuándo se enervan, se estiran para favorecer y estabilizar el movimiento; en el ejemplo anterior, los glúteos e isquiotibiales de la parte posterior de la pierna estarían actuando como antagonistas del movimiento.
Durante la sesión de shibari, debemos provocar esta activación en la persona atada, ya que quién ata es quién tiene el acceso a recursos, no podemos esperar que sea ella quién la haga de manera consciente.
Además, si estamos atando con una persona que en su vida diaria tiende a realizar compensaciones de movimiento, lo más probable es que estas se traduzcan también a la práctica y su cuerpo no active la musculatura necesaria de forma automática.
Para ello, podemos utilizar la piel como medio de comunicación provocando estimulaciones suaves como caricias, golpecitos o pequeños pellizcos, recordando siempre que si se produce dolor, el cerebro va a resolver en desactivar la musculatura como protección.
Esta activación es agonista al movimiento, es decir, ese músculo que estamos estimulando se prepara para una contracción, haciendo que los antagonistas a su vez se preparen para una extensión.
Se trata de algo importante, ya que si la hacemos sobre el grupo muscular que no corresponde, estaremos activando al cuerpo para el movimiento contrario, lo que puede dificultar la construcción de la figura y el reparto de fuerzas y pesos.
Otros métodos que tenemos a nuestra disposición son usar el sistema vascular, aumentando la irrigación en la zona; o también iniciar el movimiento para que ese músculo lo siga, comprobando que lo realizó de la manera correcta.
Core Activo | Haru Chikara (張る力)
Consiste en la activación del core, o lo que es lo mismo, la activación de la musculatura englobada entre el suelo pélvico y los hombros.
En la persona atada, permitirá mantener la postura y la restricción con mayor seguridad, al tiempo que ofrece una mejor respuesta al movimiento iniciado por la persona que ata.
Obviamente, la persona que ata debe vigilar y, si es necesario, activar la musculatura de la persona atada.
Para la persona que ata, poner en marcha los movimientos desde el core les dotará de estabilidad, fluidez y eficiencia.
Para ambas partes, la experiencia ganará en intensidad y seguridad.
Un detalle a tener en cuenta: la activación muscular requiere energía, el cuerpo se cansa y no se puede mantener de forma indefinida. A mayor capacidad física, mayor activación, pero no necesariamente durante más tiempo.
¿Qué nos aporta la activación muscular?
En primer lugar, mantener la activación muscular durante la práctica nos aporta seguridad, reduciendo el riesgo de lesión para la persona atada.
Mientras la musculatura se mantenga activa, estará cumpliendo su función y las cargas o fuerzas aplicadas sobre su cuerpo no actuarán sobre otras partes como ligamentos, tendones o nervios.
En el plano erótico, la activación muscular facilita la estimulación al aumentar la “sensibilidad” con dicha activación. Hay una mayor irrigación, lo que favorece las funciones de los diferentes receptores nerviosos situados en la piel, al tiempo que la masa muscular activa está más “compacta” lo que favorece la transmisión de vibraciones a lo largo del cuerpo, el cuerpo activo va a transmitir y percibir con mayor intensidad todas las sensaciones.
¿Qué estamos viendo en el vídeo?
En este vídeo, demostramos cómo las estructuras del cuerpo responden de forma diferente según el tipo de activación muscular, y cómo, para que un músculo realice una acción, generalmente otro realiza la opuesta (relación agonista-antagonista).
Primer ejemplo: Sin una activación muscular específica, el cuerpo recibe un impacto y se desplaza fuera de su eje, transformando la energía en movimiento sin control ni dirección.
Segundo ejemplo: Se activa la musculatura «externa» del brazo extendido, y al recibir el impacto, la energía se canaliza a través del cuerpo (que está en posición neutra con el core activo) hacia el suelo. Desde allí, la energía se devuelve al brazo, resultando en una suma de fuerzas cercana a cero.
En consecuencia, el cuerpo se mantiene estable, sin desplazamiento.
Tercer ejemplo: Con la activación de la musculatura «interna» del brazo, la energía del impacto se dirige hacia las articulaciones, que se flexionan debido a la función de esa musculatura.
Sin control sobre este movimiento, un impacto suficientemente fuerte podría causar una lesión.
Con esta demostración, que os animamos a reproducir en casa, queremos destacar la importancia de conocer cómo funciona el cuerpo para poder anticipar su respuesta a los estímulos que le vamos a aplicar.
Mantener la activación muscular
Mantener la activación muscular consume mucha energía, por lo que no es posible mantenerla de forma indefinida.
Cada persona, en cada ocasión, dependiendo de su condición en ese momento, podrá mantenerla más o menos tiempo, pero normalmente será menor de lo que nos imaginamos.
Por tal motivo, la persona que ata, debe tener esto en cuenta a la hora de planificar y gestionar la sesión. En este sentido, la gestión puede hacerse desde la modulación de la intensidad o desde la aplicación de técnicas de cuerda que refuercen la estabilidad del cuerpo.
Recordemos que la función biomecánica de la activación muscular es aportar estabilidad a las articulaciones.
Rango Dinámico
Ahora vamos a mover el cuerpo, lo que en sí es algo muy complejo por lo que empezaremos por algo de esencial importancia, los conceptos de rango dinámico activo y pasivo.
El rango dinámico es la amplitud de movimiento de una articulación.
El rango activo es la amplitud de movimiento que puedo conseguir en una articulación, utilizando solamente los músculos de esa articulación y la fuerza de esos músculos.
Es decir, es el recorrido que tenemos dentro de nuestra movilidad. Aquellos movimientos que podemos llevar a cabo sin ayuda externa.
El rango pasivo es la amplitud de movimiento que puedo conseguir en esa articulación, empleando otras fuerzas externas a ella. Siempre es mayor que el activo y su punto máximo es aquel a partir del cual no podemos mover más la articulación.
Estos rangos no son fijos y en una misma persona varían de día a día, e incluso a lo largo de la sesión, a medida que los músculos se van activando y entrando en calor, el rango activo de la persona se va a incrementar.
En cuánto a los rangos dinámicos, debemos tener en cuenta que al llevar a una articulación a su rango pasivo, los músculos asociados a ella se desactivan.
Ya que el cerebro considera que no son necesarios o no sabe que hacer con ellos en ese rango, por lo que resuelve en desactivarlos para economizar energía.
Esto implica que la articulación se vuelve más inestable y el riesgo de dañar sus estructuras pasivas incrementa.
Recordemos que si le pedimos un movimiento al cuerpo, este va a hacer lo posible para dárnoslo y, en este caso, esto implica utilizar los tendones y ligamentos para sostener esa posición en vez de los músculos.
Debido a esto, es importante ir progresando poco a poco en las restricciones, dejando que el cuerpo se adapte y vaya comprendiendo cómo tiene que responder, a la vez que lo vamos ayudando mediante la activación muscular y el refuerzo con las cuerdas.
Tensión (テンション)
Ya hemos dicho que este es un estilo activo, en el que ambas partes participan y están presentes durante toda la sesión. Una de las técnicas empleadas para conseguirlo es la gestión de la “tensión corporal.
Esta “tensión corporal” no es otra cosa que el efecto de la activación muscular, es decir, el proceso por el cual nuestros músculos se ponen en funcionamiento, sus fibras se contraen como respuesta a los estímulos que reciben del cerebro.
La tensión es clave, ya que se trata de la energía que utilizamos para comunicarnos, como ocurre en el ejemplo del teléfono infantil construido con dos vasos de plástico y un hilo, dónde si no hay tensión, es imposible la comunicación.
Esta tensión es importante tanto en la cuerda como en el cuerpo, y la conseguimos activando la musculatura como os hemos explicado en la parte teórica. Aprovechándonos de sus reflejos ante las distintas actuaciones que hacemos sobre su cuerpo, como las que os demostramos en el vídeo. La activación la podemos verificar de forma sencilla tocando los músculos, si los notamos duros es que están activos, si están blandos estarán inactivos.