En esta lección, nos enfocaremos en los riesgos anatómicos principales que se presentan al practicar el shibari y en cómo prevenirlos.
Es altamente recomendable contar con conocimientos básicos de primeros auxilios. En caso de lesión o accidente, la rápida actuación es clave.
En cualquier caso, ante una lesión hay que acudir a los servicios sanitarios para que evalúen y prescriban las medidas, tratamientos o cuidados requeridos para una pronta y plena recuperación.
Lesión en la Restricción
Al aplicar restricciones anatómicas, debemos tener siempre presente que son prácticas con un elevado riesgo de lesión. Dañar una articulación es relativamente fácil, y si somos un poco brutos, también podemos romper un hueso.
No conocer la anatomía humana ni la técnica de restricción que estamos aplicando es actuar de forma inconsciente.
Articulaciones
Las articulaciones son conjuntos de huesos, cartílagos, ligamentos y tendones, entre otras cosas, que nos proporcionan movilidad.
Existen muchas formas de clasificar las articulaciones, pero para nuestro propósito dentro de la práctica de shibari, podemos decir que hay dos tipos: articulaciones móviles y articulaciones estables, que siguen un patrón de movilidad-estabilidad a lo largo del cuerpo.
Cómo breve resumen:
- Articulaciones móviles: dedos de los pies, tobillo, cadera (entendiéndola como la inserción del fémur en la pelvis), parte torácica de la columna vertebral, hombros, muñeca y dedos de las manos.
- Articulaciones estables: puente de los pies, rodillas, secciones lumbar y cervical de la columna vertebral, articulación escápulo-humeral, codos y manos.
Es importante comprender que ambos tipos de articulaciones responden de manera diferente y que en el shibari se utilizan con distintos propósitos.
Una articulación móvil nos permite progresar en la restricción mediante movimientos circulares, mientras que en una estable necesitamos proporcionar estabilidad en la construcción de la figura y evitar que se mueva.
Si no comprendemos esta diferencia y las tratamos de manera opuesta, existe un elevado riesgo de lesión y daño en las estructuras de la articulación.
Llevar Brazo Atrás
En este punto, nos enfocaremos especialmente en uno de los movimientos más comunes en el shibari, que consiste en llevar los brazos hacia atrás para crear una restricción en figuras tipo "gote".
Es crucial comprender cómo está estructurada la articulación del hombro, con el hueso húmero encajando en una cavidad y rotando sobre una superficie mucho más pequeña que el hueso.
Visualmente, la relación de tamaño entre el húmero y el punto en el que se apoya y sobre el que rota se puede comparar con la diferencia de tamaño entre una pelota de golf y la base en la que se coloca.
En esa cavidad, se encuentran varios músculos y tendones (como los rotadores y el supraespinoso), por lo que si la rotación del húmero no es anatómicamente correcta, existe el riesgo de "rozar" los músculos o tendones que la rodean, lo que puede generar molestias, dolor, inflamación o lesiones.
Siempre debemos asegurarnos de "crear espacio" para facilitar la rotación del brazo
Rango Dinámico
Salirse o exceder el rango dinámico activo de la persona atada puede provocar que los músculos sobre los que construimos la restricción se desactiven. A partir de ese punto, todas las fuerzas y cargas pasarán a ser soportadas por las articulaciones (y otras estructuras) que no están diseñadas para ese propósito.
Las lesiones en los "tejidos blancos", especialmente los tendones y ligamentos, son acumulativas. Esto significa que hoy podemos realizar una restricción de forma anatómicamente incorrecta sin sentir molestias ni dolor. Sin embargo, se habrá causado un pequeño daño en los tejidos.
Si repetimos esta práctica o tenemos malas posturas en actividades cotidianas, continuaremos aumentando el daño hasta que aparezcan las molestias y el dolor, o se provoque una lesión en el momento en que los tejidos resulten gravemente dañados.
Por lo tanto, debemos mantener siempre la restricción dentro del rango activo de la persona en ese momento.
Esto posiblemente genere figuras menos vistosas y extremas que las que vemos en fotografías en internet, pero la seguridad e integridad de la persona atada siempre tienen prioridad.
Como resultado de lo anterior, SIEMPRE debemos adaptar las formas y figuras a la condición física de la persona atada.
Hiperlaxitud
La hiperlaxia es una condición en la que las fibras de colágeno en las personas que la padecen tienen una composición y un comportamiento diferentes al de la mayoría de las personas, lo que provoca que tengan una amplitud de movimientos mucho mayor.
En un principio, podría parecer que esta condición es muy interesante para la práctica del shibari, ya que les permite adoptar posturas mucho más dramáticas y flexionar sus extremidades en posiciones extremas.
Sin embargo, es importante comprender lo que sucede en el cuerpo de una persona con hiperlaxia cuando realizamos estas acciones.
Sus articulaciones son mucho más inestables que las de la población general. Para lograr esos movimientos amplios que les pedimos, terminan utilizando las partes pasivas que las conforman, como los tendones o ligamentos, en lugar de frenar y resistir antes de comprometerlos, como lo haría otra persona.
Estas compensaciones no son conscientes; la persona no piensa "voy a usar mis ligamentos", sino que son respuestas automáticas del cuerpo ante la demanda que se le impone.
Si vamos a atar a alguien que tiene hiperlaxia, debemos ser muy conscientes de lo que implica, trabajar mucho en la estabilización de las articulaciones y vigilar los rangos y las compensaciones que puedan surgir.
Pliegues
Los pliegues pueden ocurrir cuando realizamos torsiones que afectan a la columna. De manera simplificada, podemos decir que se producen cuando la mayor parte del movimiento proviene de una o dos vértebras, mientras que el resto de la espalda se mantiene más o menos recta.
Es muy probable que las vértebras más inestables y débiles sean las que se plieguen. Aunque esto dependerá de la anatomía de cada persona, es más frecuente que aparezcan en las zonas lumbar y cervical, según el tipo de torsión que estemos efectuando.
Esto se debe a que estamos utilizando los fragmentos estables de la columna para que nos proporcionen el movimiento que estamos pidiendo.
Cuando se realizan posturas en las que aparecen pliegues, el resultado suele ser mucho más visual, ya que el movimiento es mucho más amplio que si llevamos a cabo una torsión en la que la curva es más suave y equilibrada a lo largo de toda la columna.
Para comprender los riesgos que se corren en estos casos, es necesario que entendamos algunas cuestiones anatómicas y biomecánicas.
Dentro de la columna se encuentra la médula espinal, que forma parte del Sistema Nervioso Central. Las vértebras constan de estructuras llamadas espacios intervertebrales, a través de los cuales parten los nervios que se distribuyen por todo el cuerpo.
Cuando plegamos una zona de la columna, lo que estamos haciendo es ampliar mucho el espacio de un lado mientras reducimos enormemente el espacio en el lado opuesto. Si a este pliegue lo sometemos a fuerzas y pesos, es muy fácil que puedan producirse pinzamientos de nervios.
Si esta práctica se repite con cierta frecuencia, se aumenta el riesgo de lesiones en las estructuras de las vértebras que se pliegan.
Queremos hacer una mención especial al caso de los pliegues cervicales. Dentro de los espacios intervertebrales de esta parte de la columna también se encuentran las arterias y venas encargadas de llevar la sangre al cerebro.
Por lo tanto, si se producen pliegues en esta zona, se dificulta el flujo sanguíneo. Es común que, si esto ocurre, aparezcan síntomas como mareos, visión borrosa o náuseas cuando el cuello vuelve a su posición original.
No es un subidón causado por las cuerdas ni la entrada en un subspace, es la respuesta de vuestro cerebro para que dejéis de hacerlo y manteneros con vida.
Los pliegues se pueden detectar fácilmente a simple vista, ya que se observará que una porción pequeña de la espalda se dobla mucho, mientras que el resto se mantiene más o menos recto.
También podemos sospechar que puede haber un pliegue si, al rotar la columna hacia la derecha o la izquierda, son los hombros los que nos dan la amplitud final de movimiento.
Esto se puede observar porque el hombro más adelantado estará en una protracción más o menos ligera, mientras que el que está detrás se encontrará en retracción.
Otra cuestión en la que debemos fijarnos es en las costillas. Si sobresalen cuando realizamos la torsión, es muy probable que en el punto de unión entre las secciones torácica y lumbar se esté produciendo un pliegue.
Cuando esto ocurre, la faja lumbar y, muy posiblemente, los estabilizadores internos se desactivan, ya que hemos entrado en su rango pasivo.
La aplicación de la anatomía en el shibari implica entender el cuerpo, conocer su lenguaje y saber cómo utilizarlo.
Seguramente habrás notado que un uso inadecuado del cuerpo suele dar como resultado movimientos y posturas mucho más espectaculares, pero al mismo tiempo, mucho más peligrosos.
En caso de lesión, la responsabilidad recae en quien ata, ya que su participación es indispensable para que esto suceda.
Torsiones
Las torsiones de espalda son movimientos en los que sacamos a la columna de su posición neutral. Se pueden realizar en cualquiera de los planos.
Para llevar a cabo estas torsiones de la forma más óptima posible, buscamos que cada una de las vértebras nos vaya proporcionando un pequeño fragmento del movimiento hasta alcanzar la posición deseada. Esto permite un reparto equilibrado a lo largo de toda la columna sin la aparición de pliegues.
El rango de movimiento nos lo proporcionará la fracción torácica, que, como hemos explicado en el módulo teórico, es la parte móvil de la columna.
Además de evitar la formación de pliegues y teniendo en cuenta todas las cuestiones mencionadas en el apartado anterior, al realizar torsiones, es importante asegurarnos de que los glúteos estén activos para estabilizar la pelvis, independientemente del plano en el que estemos trabajando. Esto es esencial para evitar que la fracción lumbar aporte más movimiento del que sería óptimo para el cuerpo.
Sin embargo, y aunque se realicen de manera correcta, no es aconsejable mantener este tipo de posiciones durante demasiado tiempo, ya que se están comprimiendo los espacios intervertebrales.
Recordemos que estamos hablando de shibari, y es responsabilidad de quien ata verificar y gestionar la activación de los músculos y la correcta realización de los movimientos, utilizando todas las herramientas disponibles.
En definitiva, se debe aprender a comunicarse con el cuerpo de la persona atada utilizando el lenguaje corporal. De lo contrario, la gestión de los recursos no la está haciendo quien ata, y podría decirse que solo se está creando una figura sobre alguien sin un control adecuado sobre su cuerpo.
Para aprender el lenguaje del cuerpo, es fundamental recibir retroalimentación después de la práctica o la sesión. De esta manera, quien ata podrá contrastar la información obtenida a través del tacto y la observación con la experiencia de la persona atada, mejorando gradualmente el nivel de comunicación.
Dolor
Desde nuestro dojo siempre hacemos especial hincapié en evitar el uso de la violencia, de la fuerza excesiva, del dolor en la práctica del shibari erótico.
OJO: Esto no es en ningún caso una invalidación de las eróticas enfocadas al dolor, llamémosle sado maso, juego duro, ...
Si quieres incorporar "dolor" en tu vivencia erótica perfecto. Pero para ello usa técnicas diseñadas para tal fin y de probada eficacia.
Las técnicas del sekibaku están destinadas a mejorar la experiencia sexual, no a causar sufrimiento o dolor. Pueden causar lesiones, incluso graves, especialmente si no se ejecutan correctamente. Sin embargo, no es su propósito ni son eficaces en ese sentido.
Para causar dolor o sufrimiento, existen otras técnicas y herramientas mucho más adecuadas.
Un músculo sometido a restricción se desactivará al sentir dolor, lo que hará que la restricción deje de ser eficaz y pase a ser peligrosa. Esto se debe a que las cargas y fuerzas a las que sometemos el cuerpo a partir de ese momento serán soportadas, una vez más, por estructuras del cuerpo que no están diseñadas para ello.
Deshidratación
El shibari erótico, debido a su naturaleza y a los procesos fisiológicos involucrados, especialmente la intensa activación muscular, puede provocar cierto grado de deshidratación.
Es importante tenerlo en cuenta y asegurarse de mantenerse bien hidratado, tanto antes como después de la sesión.
Temperatura
La excitación y la activación muscular pueden elevar la temperatura del cuerpo, y si estamos en un espacio pequeño, también la temperatura de la habitación.
Del mismo modo, una vez que la sesión haya terminado, el cuerpo tenderá a volver a su temperatura normal, lo que a menudo provoca una sensación de frío.
Es recomendable contar con alguna prenda, manta o similar para evitar enfriarse.
Cansancio y Condición Física
La práctica del shibari erótico implica una elevada actividad física y emocional, ambas consumen mucha energía, especialmente si alcanzamos un pico emocional.
Dicho esto, es evidente que la duración e intensidad deben adaptarse a la condición física de la persona con menor capacidad, sin que ello suponga una merma en la experiencia o en el grado de satisfacción obtenido.