Cuanto mayor sea nuestro conocimiento y comprensión, más opciones tendremos a nuestra disposición, y mejor podremos gestionar cada situación reduciendo los riesgos inherentes a esta práctica.
La cuerda se maneja doblada por la mitad para facilitar su paso y dificultar el retroceso.
Se sujeta con la mano con suavidad, de manera que la mano esté abierta, sin apretar. En sekibaku, no apretamos. Cuanto más fuerte agarres la cuerda, más te costará manejarla.
Una cuerda más fina requiere menos energía para manejarla que una más gruesa. Además, sus nudos y formas resultarán más agradables y estéticos, por lo que se recomienda empezar con cuerdas más finas.
No es seguro ni práctico elegir diámetros más allá de los límites comprendidos entre 4 y 8 milímetros. 5-6 milímetros es lo más apropiado.
Movemos la cuerda desde el lazo, manejando siempre el tramo más corto para minimizar esfuerzos y movimientos.
Por eficiencia, manejaremos el «lado» de la cuerda más corto, dejando atrás el más largo.
En cuanto a los extremos, hay quienes hacen un cosido, o colocan elementos físicos para evitar que se destrencen.
Pensando en el uso que le vamos da dar, es más práctico hacer un nudo simple, en la dirección del trenzado de la cuerda. Nos será útil para enlazar dos cuerdas, y en caso de deshacerse, es fácil y rápido volver a hacerlo y resolver la situación.
Cuando pasamos la cuerda para hacer un nudo o figura, nunca la empujamos; la recogemos desde el otro lado (con un dedo en forma de gancho) y la traemos sin empujar.
Empujar la cuerda provocará que su trenzado se abra, perdiendo gradualmente parte de sus propiedades y haciendo su manejo más complicado.
Como norma general, al construir formas y figuras, cuando una cuerda se cruza con otra, pasa por debajo e invierte su dirección.
Al pasar una cuerda larga, no muevas tus brazos como si fueras una ardilla. Realiza un movimiento de extensión con uno de los brazos tirando de la cuerda, pero sin abrir tu envergadura por completo. Con la otra mano, termina de pasar la cuerda. Si empleas cuerdas que son aproximadamente 4 veces tu envergadura, podrás pasar toda la cuerda en dos movimientos.
Cuando estés atando a una persona, esta no debe sentir sacudidas ni tambalearse cada vez que manejas la cuerda. Debes tener un manejo suave, fluido y controlado.
El manejo de la cuerda es una habilidad manual, por lo que requiere de práctica para desarrollarse.
Pero no nos dejemos deslumbrar por lo que vemos. La palabra "shibari" es un verbo que hace referencia a la "acción de atar", no a la cuerda (nawa en japonés). Por lo tanto, tengamos siempre presente que la cuerda es un elemento relevante, pero no el más importante.
Centrarse en la cuerda, en su técnica y su aplicación, es un error que nos llevará a olvidarnos de la verdadera clave del shibari erótico, que no es otra que la comunicación e interacción entre las personas que lo estamos practicando.
Centrarse en la cuerda, en sus patrones, en ejecutar una figura es fuente de frustración, especialmente cuando se empieza. Querer reproducir una figura vista en foto requiere de habilidades que lleva tiempo desarrollar y también de conocimientos que, normalmente, escapan a lo que se enseña en videotutoriales de YouTube.
Comprender la técnica para manejar las cuerdas es fundamental.
Cuanto mayor sea nuestro conocimiento y comprensión, más opciones tendremos a nuestra disposición, y mejor podremos gestionar cada situación reduciendo los riesgos inherentes a esta práctica.
Este conocimiento debe llevarnos a desarrollar habilidades, para que la técnica sea algo que sucede sin que, en la práctica, tengamos que destinar mucha atención a ello.
Lo ideal es separar la "práctica" o aprendizaje del encuentro erótico. Dedicar el tiempo del que se disponga (y realmente suele ser poco) para aprender técnicas base y paulatinamente ir avanzando.
Ojo, no se trata de "hacer cada día una figura". Si no de repetir técnicas base el número de veces y durante el tiempo requerido para asimilarlas. Y luego pasar a otra técnica, para periódicamente volver al principio.
Una buena idea es aplicar en el encuentro erótico menos del 50% de las habilidades desarrolladas con la práctica. De esta forma estaremos siempre manejándonos dentro de nuestro margen de seguridad.
Pero ¿qué practicar?
En el shibari erótico no son tan importantes las figuras como la utilidad de la cuerda. Buscamos restricción, apoyo, estimulación y comunicación. Dejando en segundo plano geometrías y acrobacias.
Un primer elemento a trabajar es la confianza y seguridad en nuestras propias habilidades. En lo que transmitimos cuando alguien nos ve manejando las cuerdas, lo que percibe la persona atada.
Esta habilidad requiere de un gran ejercicio de auto-análisis y de grandes dosis de honestidad. Es imprescindible dejar el ego a un lado y ser realistas. Si tus habilidades son limitadas, no pasa nada. Mantente dentro de lo que tus habilidades permiten. Pero no intentes emular fotografías o vídeos de internet. Mantener los riesgos bajo control no es optativo.
En shibari erótico buscamos compartir vivencias, no emular fotografías o experiencias ajenas de las que desconocemos prácticamente cualquier circunstancia.
El autoanálisis no es tan sencillo. Llevo más de 20 años impartiendo formación, y un enorme porcentaje de los atadores acuden a las clases afirmando “saber” hacer tal o cual figura. Normalmente figuras avanzadas. La realidad es que no. No saben hacer bien ninguna atadura al fallarles la comprensión y dominio de las técnicas base.
Retroceder en el aprendizaje para corregir los vicios y fallos acumulados durante años de práctica equivocada es una tarea más ardua que empezar desde cero.
Para trabajar la confianza se debe empezar por técnicas básicas. Repetirlas durante mucho tiempo, y no pasar de ahí hasta que se comprenden y nuestras manos adquieren las destrezas necesarias. Dejar que el tiempo actué para que se asienten en nuestra cabeza los conocimientos en necesario. Una vez asimiladas manual e intelectualmente se podrá pasar a una nueva técnica.
Un segundo elemento a trabajar es el manejo de la cuerda, la forma en que la movemos, en que la manejamos. Una mala técnica en este sentido provocará una deficiencia en la comunicación. Es como leer un mensaje plagado de faltas de ortografía o intentar expresarnos oralmente sin un vocabulario mínimo.
Nuevamente, es una habilidad que se adquiere con el tiempo y la práctica. Una parte es técnica, otra intuición.
La parte técnica del manejo de la cuerda se basa en la comprensión de cómo la cuerda está construida, de cómo las fuerzas discurren por ella. Cómo utilizar a nuestro favor la torsión, o cómo pasar la cuerda de la forma menos disruptiva para la persona atada. Es técnica, no es cuestión de opinión o criterio.
La parte intuitiva es la que nos irá guiando, basándose en ensayo y error, para adecuar y trasladar la técnica fría a cada una de las interacciones que tengamos, Sean con la misma persona, o con personas diferentes.
El error será una constante. No os preocupéis. De los errores se obtienen valiosas lecciones. Tampoco los menospreciéis. Error no es causar daño, es no obtener el resultado esperado. En ocasiones esto nos lleva a obtener algo mejor. Nuevamente, evitar la frustración, la negación, la culpabilización del fallo. Asumirlo y mejorar.
El perdón de un daño causado no debe someterse al vínculo entre las personas. Eso es una conducta abusiva. El daño causado ha de restaurarse, han de cambiarse las conductas o prácticas que llevaron a él. Ha de aprenderse la lección. Eso es la restauración adaptativa.
Sabaku es el nombre que se da al "manejo de la cuerda". La palabra original se utiliza en Japón para designar los movimientos que los pescadores hacen con el sedal al lanzar el anzuelo cuando están pescando.
La metáfora del pescador es muy apropiada. La pesca comienza como un pensamiento, que poco a poco toma forma por medio de decisiones. Se elige el tipo de pez, el río o el mar… se aplican conocimientos tales como la hora o zona del río. Se llevan a cabo tareas previas como la elaboración del cebo …
Finalmente, el pescador lanza la caña y disfruta. Independientemente de que un pez acabe en la cesta. Ha disfrutado de cada uno de los pasos del proceso. Ese es un gran enfoque para la práctica del shibari erótico.
¿Qué vemos en este vídeo?
En este vídeo, encadenamos varias técnicas mediante un manejo fluido de la cuerda.
La primera recomendación es no apretar la cuerda.
La gestión de sus movimientos debe originarse desde el core de la persona que ata. Si apretamos la cuerda con la mano, bloqueamos la fluidez del movimiento. La tensión y la estabilidad deben venir del core, mientras que el movimiento preciso y delicado se gestiona con las manos.
Por lo tanto, debemos manejar la cuerda con "mano abierta".
Es fundamental entender que la cuerda es una herramienta, no un fin en sí mismo ni el centro del shibari. Por esta razón, siempre insistimos en que primero aprendáis todas las técnicas sin la cuerda, utilizando solo vuestras manos, para luego incorporar la cuerda como una extensión de las mismas.
El manejo del cuerpo de la persona atada, sus movimientos y lo que está experimentando se puede gestionar a través de la cuerda, pero para lograrlo, primero debemos aprender a hacerlo con nuestro propio cuerpo.
体の使い方をしっかり基本通りに行えば縄は吸い付くように体に染み込むように張り付く。
Si comprendes y aplicas adecuadamente los fundamentos técnicos en el manejo del cuerpo, la cuerda seguirá sus movimientos, adaptándose a él como si fuese absorbida por el propio cuerpo.
Esta frase de Yagami Ren nos vincula directamente el manejo de la cuerda con los fundamentos (kihon 基本) en el manejo del cuerpo (taijutsu 體術) y la técnica envolvente del musubi (結び).
Con ello, quiere decir que el movimiento orgánico y fluido, así como el control que se observa en los vídeos, son fruto del estudio, la comprensión y la aplicación de las técnicas de manejo del cuerpo.