En sekibaku, aplicamos tres niveles o grados de interacción con el cuerpo, para una mejor comprensión vamos a llamarlos piel, músculo y hueso.
Tocar | Fureru (触れる) - Capturar | Toraeru ( 捉える)
En sekibaku, aplicamos tres niveles o grados de interacción con el cuerpo, para una mejor comprensión vamos a llamarlos piel, músculo y hueso.
Por medio de ellos, empleando uno u otro, podemos modular el tono de nuestra comunicación.
Recordad que en sekibaku la asimetría no es de poder, sino de acceso a los recursos. Por lo que “corresponde” a la persona que ata “mover” a la persona atada.
Pedir a la persona atada que se mueva, o cambie de posición en medio de una interacción erótica puede ser muy poco erótico, e incluso llegar a sacarnos del contexto.
Nivel Piel
Con «piel», nos estamos refiriendo a la propia piel, que cubre todo el cuerpo, con sus receptores nerviosos. Pero también a la fascia, el tejido conectivo que envuelve todas las estructuras del cuerpo.
Los receptores sensoriales y los nociceptores captan la información externa, diferenciándose entre sí por activarse ante diferentes umbrales.
Por ejemplo, ante temperaturas agradables, nuestros receptores sensoriales envían información al cerebro diciéndole que todo está bien. Si la temperatura baja, o sube mucho, los nociceptores (noci, de nocivo) avisan al cerebro de que algo no va bien, parar que este tome las medidas necesarias para proteger nuestra integridad.
La fascia son capas de tejido (básicamente colágeno) que envuelve nuestros músculos, órganos y sistema vascular. Entre otras funciones, sirve de apoyo a órganos y estructuras, y facilita el movimiento del sistema muscular. Contando con una gran capacidad de deslizamiento y desplazamiento.
Es la forma más “superficial” de comunicarnos, por medio de esta herramienta podemos inducir, sugerir, también escuchar.
Sus efectos son también los más sutiles, menos intensos.
Nivel Músculo
Incluyendo en este conjunto las interacciones un poco más intensas, y refiriéndose a los músculos, pero también a otros órganos con gran irrigación sanguínea. En ocasiones también se incluyen aquí ligamentos y tendones.
El funcionamiento síncrono entre músculos agonistas y antagonistas, y la activación o desactivación de unos y otros, es una de las claves para entender la técnica.
A grandes rasgos, al realizar un movimiento, un músculo agonista se contrae al tiempo que su antagonista se estira. Para invertir el movimiento, el músculo que se contrajo debe convertirse en antagonista (estirarse) al tiempo que el que se había estirado contraerse (agonista). Una vez se contrae un músculo, no puede relajarse por sí mismo, necesita de su antagonista para volver a su posición original.
Por ejemplo: para doblar un brazo, los bíceps se contraen mientras los tríceps se estiran. Al contraer el tríceps, el bíceps se relaja, estirándose el brazo.
Obviamente, no “agarramos” los músculos, lo que hacemos es emplear una mayor activación muscular, imprimir una mayor intensidad (que no fuerza) a nuestros movimientos e interacciones.
Nivel Hueso
Finalmente, con «hueso» se hace referencia a los tejidos blancos del organismo, huesos, tendones y ligamento.
Al "atrapar el hueso" podemos gestionar todo el cuerpo, moverlo desde su eje (axis) y alterar su balance, modificando su estado y generando "instantes."
Obviamente, no vamos a sentir los huesos, pero si podemos visualizarlos, es un ejercicio de propiocepción conjunto.
La comunicación, o mejor dicho, la gestión a este nivel requiere de mayor intensidad (nuevamente, intensidad no es fuerza) y sus efectos son más visuales, pero también debe emplearse con moderación y eligiendo muy bien el momento.
Debemos entender cada uno de estos sistemas como un “nivel” o “capa” de comunicación. Es decir, para “sentir” el hueso, previamente hemos de sentir la piel y el músculo.
Es clave entender estos conceptos, al igual que todos los fundamentos, ya que a medida que avancemos en el curso, se irán empleando y combinando.
El sistema del Yagami Ryu, se caracteriza por su sencillez. Conceptos pequeños, que puedes asimilar con dedicarles un poco de tiempo, y que luego al combinarse dan lugar a resultados elaborados y complejos.
Visualización y Propiocepción
Visualizar lo que hacemos, apoyarnos en nuestra intención, en lo que nos lleva a incluir el shibari en nuestra erótica, es una herramienta mental que reforzará los resultados de estas técnicas.
Visualizar como la piel "agarra" a la piel, cómo "atrapamos" músculos y huesos, es necesario para que la técnica funcione.
Y esto es necesario para ambos partícipes, quien ata y quien es atado. Cada uno tenemos un cuerpo, y debemos sentirlo como propio, conocerlo y escucharlo. Ya que el cuerpo no miente.
Como siempre, en caso de dudas, sentiros libres de consultarme, que va incluido en el precio del curso.