Curso de Shibari Yagami Ryu: Sabaku

Tipos de Cuerda | Acondicionado | Cuidados | Manejo

15 minutos Nawasuji

La cuerda es el elemento que más llama la atención de aquellas personas que se acercan por primera vez al shibari.

¿Qué medidas? ¿Qué tipo de cuerda? ¿Cuántas cuerdas? Son las preguntas comunes en estos casos.

Vamos a dedicar un tiempo a conocer y también desmitificar el elemento más icónico del shibari.

Antes de abordar en detalle la cuerda y las técnicas en las que se emplea, debemos entender cuál es su función en el shibari estilo del Yagami Ryu.

Frente a lo que pueda parecer visionando vídeos o viendo fotos, la cuerda no establece la restricción. Esta siempre se construye a partir de la anatomía, y la cuerda se emplea simplemente para afianzarla, siendo su principal utilidad actuar como herramienta de gestión y comunicación.

Por lo tanto, necesitaremos un material blando, flexible y con cierto grado de dinamismo, que permita modular el manejo y la tensión al tiempo que transmita de forma eficiente las vibraciones.

Esto excluye directamente elementos duros o rígidos, como metales (grilletes, cadenas, … ), pero también algunos materiales orgánicos o sintéticos con los que se elaboran cuerdas poco manejables.

En cambio, nos abre las puertas a los materiales “blandos”, como cordones y cuerdas de fibras vegetales, especialmente aquellos que tienen un alto grado de manejabilidad, pero también prendas de ropa y cualquier otro elemento que se os pueda ocurrir, siempre y cuando tengan estas propiedades.

Obviamente, con una corbata no se pueden hacer «ataduras» complejas, y gestionar por medio de una tela es más difícil, pero para estabilizar una restricción simple y llevar a cabo, en este caso, una gestión eficiente, es más que suficiente.

Pero si queremos ir más allá, explorar y avanzar en el conocimiento técnico del shibari, necesitaremos herramientas apropiadas.

En este caso, la opción adecuada es cuerda de yute, trenzada, preferiblemente de tres hilos y con un comportamiento más “blando” que “rígido”.

El motivo es que buena parte de las técnicas que empleamos están desarrolladas a partir de este tipo de cuerda, por lo que contar con la cuerda adecuada nos facilitará la tarea.

A modo de consejo: para empezar, 3 cuerdas de entre 7 y 8 metros y con diámetro de 5 mm son más que suficientes para comenzar a practicar y aprender. Complementarlo con un par de cuerdas de unos dos metros (mismo diámetro) es todo lo que necesitaremos en esta fase del aprendizaje.

Vamos a explicar básicamente cómo la técnica se adapta a la cuerda trenzada.

Este tipo de cuerda se construye a partir de fibras vegetales, yute, que cuenta con hojas laminadas. Una vez cosechadas, se convierten en fibras vegetales alargadas mediante un proceso mecánico.

La longitud de las fibras es clave para determinar la resistencia final de la cuerda. Asimismo, el proceso mecánico por el que se convierte la hoja en fibra influye en la inclusión o no de residuos (generalmente del tallo o peciolo) entre las fibras. Dichos residuos nunca son deseables, ya que afectan al tacto y manejo de la cuerda.

A partir de las fibras vegetales, se elaboran hilos mediante un proceso de trenzado al que se le da una dirección de giro (por ejemplo, siguiendo las agujas del reloj).

Fibras más largas se distribuirán a lo largo de una mayor longitud de hilo, dotándolo de mayor resistencia al peso y tracción.

Con un número variable de hilos, se trenzan los cordones, siguiendo una dirección de giro opuesta a la del hilo (siguiendo con el ejemplo, en sentido contrario a las agujas del reloj).

El número de hilos en cada cordón influirá en el grosor, manejabilidad y resistencia de la cuerda a la fricción y la tracción.

Finalmente, los cordones, generalmente tres, se trenzan entre sí (en sentido horario) para formar la cuerda. El número de veces que se entrecruzan los cordones por metro de cuerda influye en su resistencia y manejabilidad.

Esta estructura de la cuerda, formando un torque, es determinante no solo para conseguir que sea más resistente, sino que también facilita la transmisión de las vibraciones a lo largo de su extensión.

Otro de los efectos, que influye decisivamente en la forma de manejarla, es que la cuerda tiene dirección: el trenzado facilita su deslizamiento en una dirección y la retiene en la opuesta.

Por ese motivo, la cuerda en shibari se maneja «doblada por la mitad», para que al manejarla y hacer bloqueos o nudos sea fácil pasarla y ofrezca resistencia al retroceso.

El material vegetal y el trenzado permiten cierto grado de dinamismo en la cuerda, lo que, aplicado a una atadura envolvente, genera un característico efecto “masaje”.

Aunque como usuario o comprador de cuerda no tendremos apenas control sobre aspectos técnicos relativos a su fabricación, es necesario entender y conocer cómo y por qué se utiliza un tipo de cuerda y sus características como herramienta

Consejo:
Es importante evitar cuerdas que tengan olor a productos químicos, que generalmente se deben a grasas minerales aplicadas en la maquinaria durante el proceso de fabricación, o peor aún, a químicos fumigados en su almacenamiento para protegerlas.

Estos productos suelen ser nocivos para la salud, algunos de ellos incluso son cancerígenos. Aunque la exposición sea mínima, no vale la pena correr el riesgo.

Sabaku (さばく) Manejo Fluido de la Cuerda

La cuerda se maneja doblada por la mitad para facilitar su paso y dificultar el retroceso.

Se sujeta con la mano con suavidad, de manera que la mano esté abierta, sin apretar. En shibari erótico, no apretamos. Cuanto más fuerte agarres la cuerda, más te costará manejarla.

Una cuerda más fina requiere menos energía para manejarla que una más gruesa. Además, sus nudos y formas resultarán más agradables y estéticos, por lo que se recomienda empezar con cuerdas más finas.

No es seguro ni práctico elegir diámetros más allá de los límites comprendidos entre 4 y 8 milímetros. 5-6 milímetros es lo más apropiado.

Movemos la cuerda desde el lazo, manejando siempre el tramo más corto para minimizar esfuerzos y movimientos.

Por eficiencia, manejaremos el «lado» de la cuerda más corto, dejando atrás el más largo.

En cuanto a los extremos, hay quienes hacen un cosido, o colocan elementos físicos para evitar que se destrencen.

Pensando en el uso que le vamos da dar, es más práctico hacer un nudo simple, en la dirección del trenzado de la cuerda. Nos será útil para enlazar dos cuerdas, y en caso de deshacerse, es fácil y rápido volver a hacerlo y resolver la situación.

Cuando pasamos la cuerda para hacer un nudo o figura, nunca la empujamos; la recogemos desde el otro lado (con un dedo en forma de gancho) y la traemos sin empujar.

Empujar la cuerda provocará que su trenzado se abra, perdiendo gradualmente parte de sus propiedades y haciendo su manejo más complicado.

Como norma general, al construir formas y figuras, cuando una cuerda se cruza con otra, pasa por debajo e invierte su dirección.

Al pasar una cuerda larga, no muevas tus brazos como si fueras una ardilla. Realiza un movimiento de extensión con uno de los brazos tirando de la cuerda, pero sin abrir tu envergadura por completo. Con la otra mano, termina de pasar la cuerda. Si empleas cuerdas que son aproximadamente 4 veces tu envergadura, podrás pasar toda la cuerda en dos movimientos.

Cuando estés atando a una persona, esta no debe sentir sacudidas ni tambalearse cada vez que manejas la cuerda. Debes tener un manejo suave, fluido y controlado.

El manejo de la cuerda es una habilidad manual, por lo que requiere de práctica para desarrollarse.

Cuidados de la Cuerda

Las cuerdas de yute son un material orgánico de origen vegetal, por lo que los elementos ambientales las afectan, deteriorándolas con el paso del tiempo.

Para tener una mejor experiencia en su manejo y prolongar su vida útil, es aconsejable cuidarlas. A continuación, veremos algunos consejos.

Preparación

Si optas por comprar una cuerda al natural (raw), tendrás que aplicarle algún tipo de tratamiento previo a su uso que, en general, seguirá este proceso:

  1. Quebrado de la fibra, para hacerla más manejable. Puedes hacerlo pasándola en tensión repetidas veces por un objeto romo. Si lo haces con la cuerda entrecruzada, además, frotarás su superficie, ayudando a eliminar polvo y asperezas.
  2. Quemado de fibras: El proceso anterior suele dejar a las cuerdas “despeinadas”, con muchas fibras y pelillos. Para eliminarlos, la forma más fácil es pasarla varias veces por una llama azul (de gas). Esto eliminará las fibras sobrantes.

Evitemos llamas naranjas (velas, madera) debido al hollín que generan, que es más difícil de retirar de la cuerda y le deja un cierto olor a fogata.

  1. Limpieza: La llama siempre deja residuos, y la propia combustión de las fibras también deja residuos. Para eliminarlos, frota enérgicamente la cuerda con un paño empapado en alcohol de limpieza, que es lo más eficaz.
  2. Acondicionado: Ya solo nos queda el paso final, acondicionarla para su uso. Aquí buscamos proteger la cuerda de los agentes ambientales, principalmente cambios de humedad y radiación solar.

Al tratarse de un material orgánico, tiene una serie de características compatibles con nuestra piel o cabello, por lo que cualquier producto cosmético exento de elementos nocivos que apliques en tu piel o cabello y cumpla con esos requisitos será apropiado.

Especialmente indicados son aquellos productos que incluyan aceite de árbol de té o jojoba. No recomiendo usar ceras ni grasas naturales, sean de origen animal o vegetal, ya que, por exposición al oxígeno y la luz, tienden a ponerse rancias y desprender un olor poco agradable.

Para su mantenimiento, repite los pasos que sean necesarios cuando sea necesario.

Almacenamiento

Para almacenarlas, si el uso es frecuente, lo más apropiado es colgarlas de una barra o percha por la mitad, así se ventilan y la gravedad hará que estén estiradas.

A menor frecuencia de uso, deben guardarse con mayor tensión en su madeja o bobina. Piensa en ellas como en una prenda de ropa delicada. No deben estar expuestas a la luz ni a la humedad y deben estar protegidas de insectos, roedores y otros animalitos.